A inicios de agosto, en este segundo semestre, volví al aula en la Universidad San Sebastián, acompañando a estudiantes de la carrera de Ingeniería Comercial en dos cursos de Habilidades para la Vida.
Estar de nuevo en contacto con ellos me recuerda que enseñar va mucho más allá de entregar contenidos académicos: es acompañar procesos, abrir espacios de conversación y descubrir juntos lo que significa crecer como personas en medio de los desafíos universitarios.
En cada clase sigo observando, escuchando y coleccionando historias de crecimiento personal. Son relatos que nacen en pequeñas reflexiones, en preguntas espontáneas, en momentos de silencio o en gestos de compañerismo que dicen más que mil palabras.
Disfruto profundamente mi pasión docente porque me permite algo invaluable: conectar con la humanidad de cada estudiante. Ver cómo se abren a la posibilidad de reconocerse, aprender y transformarse, me confirma que cada semestre es único, lleno de experiencias irrepetibles que dejan huellas en todos nosotros.
Mi gratitud es inmensa hacia quienes me permiten acompañarlos en este camino. Sé que de estas vivencias seguirán naciendo más historias, que con el tiempo compartiré, porque estoy convencida de que cada relato tiene el poder de inspirarnos a mirar la vida desde nuevas perspectivas.
✨ Porque cada aula no es solo un lugar de aprendizaje, es también un espacio donde nacen las historias que nos transforman
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