Ayer, al terminar una de mis clases, los estudiantes se quejaban de que en la siguiente hora tenían una prueba, les pedí unos minutos de su tiempo y que escucharán un regalo que les tenía, les conté lo siguiente:
Hace 3 años colaboré con un escritor para el lanzamiento de su libro en una librería de la ciudad y coordiné una entrevista en la radio.
Se comunicó conmigo el periodista, me pidió por WhatsApp la información para realizar el contexto de las preguntas, en ese instante no encontré algo escrito y como estaba concentrada en la presentación, le envié una foto del libro donde salía la información del autor y título del libro.
Me sentía nerviosa y me preocupaba que no saliera bien la preparación de esa presentación.
Al llegar a la radio todo fluyó, la conversación con el escritor fue un éxito, sin embargo, para mí fue toda una prueba, estar pendiente de cada detalle, que el micrófono, las cámaras, las preguntas…
Finalizada la entrevista, el periodista, nos pregunta:
- ¿No se dieron cuenta?
- El escritor y yo, preguntamos ¿De qué?
- Soy ciego, nos dijo
- Nos miramos asombrados con el escritor, y fue en ese momento que me di cuenta sobre cómo había visto la foto que le envié.
- A lo que me contó que tenía un software que le leyó las palabras de la foto. Me quedé muy asombrada.
Con esto les quiero decir a modo de reflexión, que, en muchas situaciones, nos olvidamos de lo importante, que es, no mirar lo que te hace falta sino de disfrutar lo que tienes.
Ya finalizando el relato, les dije:
Cada uno de ustedes tiene sus propias herramientas para dar su prueba y tienen que ser motivados con la actitud de aquel periodista. Salieron del aula convencidos de que iban a superar el examen y que más allá del resultado, sabían que tenían las habilidades para volver a intentarlo.
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