Historias

Ojos del corazón

3 de Enero de 2022

Cuando comencé a trabajar en la ciudad de Santiago, alquilé un departamento que estaba cerca
de una iglesia.

Todos los domingos iba a comprar pollo asado para el almuerzo a un negocio que estaba ubicado
en la esquina y cerca de la iglesia, siempre pasaba a saludar a mi amigo especial vagabundo.
Compraba el almuerzo para mi amigo y para nosotros con mi hijo.

Solía llevarle el almuerzo, él me esperaba todas las semanas, lo saludaba y lo abrazaba, la gente
me miraba con extrañeza porque era un mendigo, pero yo lo veía de otra manera. Siempre lo miré
como una buena persona que necesitaba de otros para comer y un lugar donde vivir.
Pasó el tiempo, y la iglesia cerró el área donde dormía con una cerca, y pasaron meses en los que
no lo vi en mi rutina de comprar el almuerzo en esta tienda cercana.

Una noche, me dirigí al cajero automático para sacar dinero. Cuando salí del cajero, un hombre
con un cuchillo me amenazó y me exigió que le entregara el efectivo que había retirado.
¿Pueden creerlo? Mi amigo, apareció de repente y le dijo: “¡regrese de donde vino
amigo, acá le va a ir mal si se queda¡”. ¡Me salvó de ese ladrón! Nunca pensé que me hubiera
pasado algo si él no aparecía.

Un día estaba en la exposición de un fotógrafo y había un retrato de mi amigo, sonreí al
identificarlo en la fotografía. Nunca lo volví a ver, pero recuerdo esta historia todo el tiempo,
porque dejó su huella en mi corazón.

Quiero dejar en claro que, con lo ocurrido, recordé mirar a las personas con los ojos del corazón,
sin juzgar, creyendo que es importante mirar con esa inocencia que tiene un niño.

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