Les ha sucedido encontrarse con personas cuya conversación trasluce visiones muy distintas a la de cada uno de ustedes?. Es decir, interpretaciones disímiles de la realidad.
Esta afirmación viene a razón de lo que me sucedió unos días atrás. Viviendo desde hace algunos años en Valdivia, me encontré en el estacionamiento, con un ex compañero de carrera. Charlamos y me felicitó por no vivir en Santiago. Me comentó que la ciudad no es como antes y que está imposible vivir ahí.
Este recuerdo volvió a mi mente al ver la película “Gato con botas: el último deseo”.
Hay una escena, no quiero hacer “spoiler”, donde el gato con botas, Kitty Patitas Suaves y Perrito ven un mapa para llegar al lugar del objetivo. Para cada uno el mapa tiene caminos alternativos.
Los dos gatos ven caminos tenebrosos, con muchos obstáculos y Perrito ve un camino con flores y mucha belleza.
Reflexioné: a veces pasa que no vemos las cosas como son, sino que las interpretamos a través de los cristales de nuestros lentes.
Tenemos creencias, crianza, sesgos inconscientes, ciertas características personales que nos hacen ver la vida o lo que nos pasa de una manera particular. Así es que somos distintos.
Todas las miradas son legítimas. Ninguno somos dueño de la verdad.
Volviendo a lo expresado por mi excompañero, pensé: en todo lugar que viví fui feliz. Nunca encontré una ciudad, lugar o espacio que me pareciera imposible de vivir.
Como me siento con mi ser y hacer, es lo fundamental, independiente donde viva.
El contexto de cada región, ciudad o barrio tiene características propias. Apreciarlas y aceptarlas, hace a la felicidad.
Para concluir:
¿Con cuál visión te identificas: la de los gatos o la de perrito?
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