Hace unos años, recuerdo que renuncié a un trabajo, me acerqué a mi jefatura directa para comunicar mi decisión, la jefa me dijo algo que me sorprendió muchísimo: “me entristece que te vayas, siempre fuiste un gran aporte, pero nunca pude felicitarte, porque cada vez que lo iba a hacer, tenías cara de enojada.”
Nunca espere tanto reconocimiento, pero por diversos motivos que no revelaré, me sentía mal en ese trabajo y nunca comuniqué las molestias que tenía y claro se denotaban en mis expresiones faciales, que en ese tiempo no era consciente.
Después de un mes, encontré un nuevo trabajo, en el cual me sentía a gusto, pero esa frase, me motivó a mejorarme a mí misma, reconocer como soy, lo que quiero, siento y como lo demuestro.
En esta experiencia aprendí lo que es el rostro social.
A continuación comparto cuatro aprendizajes:
- Observa que gestos tienes a partir de lo que sientes.
- Según el contexto vamos cambiando la cara, ejemplo en una reunión tenemos un determinado rostro, en una celebración mostramos otro.
- El rostro social depende del rol que ocupemos en lo que nos desempeñamos: emprendedor, ejecutivo, médico, CEO, gerente etc.
- Al reflejar lo que pienso, soy más sincera con mi lenguaje no verbal, pero conlleva un rechazo social, por lo que es importante darse cuenta y suavizar ciertos comentarios, gestos y emociones, que forman parte de la comunicación asertiva. En este punto recalco, que no le podemos caer bien a todo el mundo y que reconocernos no significa cambiar drásticamente y ser una persona falsa.
“Tu rostro es tu carta de presentación”. ¿Sabes por qué? Porque tiene una influencia poderosa sobre el mundo que te rodea. Un rostro serio, triste o alegre transmite una emoción, y esto provoca una reacción en los demás.
Les invito a ser conscientes del rostro social que tienen al presentarse cada día y a tomar acción antes las dificultades, para mostrar su sonrisa más sincera.
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